CANTO EXPOSICIÓN
Hágase en mí, cuanto quieras, como quieras, donde quieras.
Aquí estoy para vivir tu Palabra.
INVOCACIÓN AL ESPÍRITU
Ven, Espíritu (3)
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, Espíritu (3)
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre, si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este le abre el guarda, y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños». Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO
Uno de los signos del buen Pastor es la mansedumbre. El buen pastor es manso. Un pastor que no es manso no es un buen pastor. Tiene algo escondido, porque la mansedumbre se muestra tal cual es, sin defenderse. Es más, el pastor es tierno, tiene esa ternura de la cercanía, conoce a las ovejas una a una por su nombre y cuida de cada una como si fuera la única, hasta el punto de que cuando llegan a casa después de una jornada de trabajo, cansado, se da cuenta de que le falta una, sale a trabajar otra vez para buscarla y [encontrarla] la lleva consigo, la lleva sobre sus hombros (cf. Lc 15,4-5). Este es el buen pastor, este es Jesús, este es quien nos acompaña a todos en el camino de la vida. Por eso, la primera palabra de la vocación es gratitud. Navegar en la dirección correcta no es una tarea confiada sólo a nuestros propios esfuerzos, ni depende solamente de las rutas que nosotros escojamos. Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un “yo” aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto. Es el Señor quien nos concede en primer lugar la valentía para subirnos a la barca y nos indica la orilla hacia la que debemos dirigirnos. Es Él quien, cuando nos llama, se convierte también en nuestro timonel para acompañarnos, mostrarnos la dirección, impedir que nos quedemos varados en los escollos de la indecisión y hacernos capaces de caminar incluso sobre las aguas agitadas. Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad. «La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor» (Carta a los sacerdotes, 4 agosto 2019); por eso, llegaremos a descubrirla y a abrazarla cuando nuestro corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en nuestra vida. Este domingo es un hermoso domingo, es un domingo de paz, es un domingo de ternura, de mansedumbre, porque nuestro Pastor nos cuida. “El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22,1).
Silencio para dejar que Jesús rece en nosotros
CANCIÓN
Yo el Señor de cielo y tierra he escuchado el clamor de mi pueblo.
Y Yo, el Dador de vida a los hombres conozco sus sufrimientos.
Yo, el Creador de todo cuanto existe
sufro el dolor de mi gente.
Yo soy su Luz, soy su Pan, su Pastor,
puedo devolverles la vida.
¿A QUIÉN ENVIARÉ? ¿QUIÉN IRÁ? ¿QUIÉN LES DIRÁ?
HEME AQUÍ, HE ESCUCHADO TU LLAMADA EN LA NOCHE.
HEME AQUÍ, TOMA MI VIDA EN TUS MANOS PARA TODOS.
HEME AQUÍ, DE TU PALABRA SERÉ VOZ,
PARA TU GENTE SERÉ LUZ HAZ DE MI VIDA LO QUE QUIERAS.
Abre los ojos a rostros sombríos que vagan sin esperanza
y alza la vista ¿quién parará de una vez estos ríos de muerte?
Yo el Creador...
ORACIÓN FINAL
Cristo, tú que eres eternamente joven y haces nuevo todo lo que tocas, lléname de tu vida. Ayúdame a reconocer para qué estoy hecho, qué sentido tiene mi paso por esta tierra, cuál es tu proyecto para mí. Condúceme al encuentro con los demás, a la misión sin fronteras ni límites, y hazme caminar contigo hacia un horizonte siempre nuevo. Enséñame a mostrar la belleza de la generosidad y del servicio, de la fidelidad a la propia vocación y del amor a los pobres, para que todos sientan el calor de tu misericordia. Tú, el Amigo, el eterno viviente, que viniste para darme vida, y vida en abundancia, hazme VIVIR
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