De entre los muchos recursos que se ofrecen en Adviento hay una tradición clásica que puede ser muy hermosa para concluir este año de San José: acompañar a José y a María, que lleva a Jesús como una custodia viviente, en su viaje de Nazaret a Belén. El texto lo hemos retocado mínimamente para evitar que suene demasiado antiguo, pero el espíritu con que compuso estas jornadas el doctor Nicolás Espínola está presente. En el fondo no se trata de nada nuevo, simplemente de acompañar a los sagrados peregrinos y de ofrecer posada en nuestro corazón, y no podemos imaginar mejor adviento que ese. Hasta el día 24 de diciembre os iremos ofreciendo estas nueve jornadas, para que podáis meditarlas con calma y para que podáis cultivar esa preciosa actitud de la acogida.
Primera jornada. De Nazaret al monte Tabor
Nos ponemos en presencia de los Peregrinos sagrados, José y María, que lleva en su seno a Jesús, y después de un momento de silencio, hacemos la siguiente oración:
Jesús, Verbo encarnado en las entrañas de María Santísima; el amor que me tienes te hizo bajar del cielo a la tierra hasta ponerte en un establo. ¡Cuánto siento haberte cerrado en la cara las puertas de mi corazón! Cada vez que he sido sordo a tus llamadas, cada vez que olvido que viniste a buscarme como a la oveja perdida con tanto trabajo para llevarme a tu gloria. Rompe los cerrojos de mi ingrato corazón. Si buscas pesebre donde reclinar la cabeza, pesebre es mi corazón; consume con el fuego de tu amor hasta las pajas de las imperfecciones, aparta de mí las bestias de mis culpas. Y ya que vienes a buscar a los pecadores, y yo soy el mayor de todos, confío en tu misericordia que me perdonará y confío en que me darás gracia para poder servirte y amarte hasta el final de mi vida. Amén.
Consideración para el día primero
En la primera jornada, en el Tabor, donde Jesús se transfigurará delante de sus discípulos, puedes contemplar la humildad y la pobreza con que emprendió su viaje nuestra Reina Inmaculada, no llevando otra cosa que un poco de pan y fruta para las largas jornadas por aquellos montes de nieve en un pobre y humilde jumento. Y a José, hecho el conductor de la Madre, llevando en sus hombros el pequeño equipaje de los tres, guiando al animal por los caminos más suaves. Mira cómo le hizo a María un pequeño refugio con su capa, para protegerla del frío invierno. Piensa en el Niño que cuando vuelva al Tabor enfrentará a sus seguidores con la realidad de la Cruz y muchos lo abandonarán. Piensa si tu camino es el de la Cruz con Jesús o el camino que el mundo propone como más fácil. Pide a los Peregrinos sagrados que te admitan en su compañía hasta llegar a Belén.
Ave María.
Oración a María
María Inmaculada, Madre de Jesús, Trono de Sabiduría, que caminando de Nazaret a Belén en el rigor del invierno llegaste al monte Tabor. Con humildad y reverencia adoro a Jesús que llevas en tus entrañas, y te suplico que me aceptes en tu compañía, que me atraigas para que te siga, para que al fin de mi peregrinación y viaje hacia la eternidad, llegue mi alma con felicidad al Tabor de la Gloria. Amen.
Oración a José
José, santo Patriarca, conductor fiel de la Madre, que camibando a Belén con tantos trabajos, para dar cumplimiento al edicto de Tiberio César, llegaste al Tabor, y viendo que el camino era duro, la ayudaste, y cuidaste de todas sus necesidades. Te suplico que me alcances del Divino Niño Jesús, ser escogido para subir con Él al Tabor, para alcanzar el monte de la eterna gloria. Amén.
Finalmente ofrecemos nuestro corazón como posada repitiendo: Jesús, José, María, os ofrezco por posada mi alma y mi corazón. En este día, puedes comenzar a preparar los obsequios y regalos para el Niño Dios: una Comunión bien hecha, dándole posada a Dios con un rato de oración, arrepentido por las veces que lo has dejado fuera de tu casa.
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