INTRODUCCIÓN
Siempre es difícil despedirse de un ser querido cuando fallece. No hay situaciones en que la muerte no nos descoloque. Pero parece algo mucho más arduo en esta situación de confinamiento que estamos viviendo por el covid-19.
La Iglesia, el conjunto de los amigos del Señor, quiere acompañaros en este momento, y ayudaros a vivirlo de la mejor manera posible, iluminados por las enseñanzas del Evangelio y por la gracia de Dios. Sobre todo, es bueno que sepáis que no estáis solos.
Te invitamos a que tengas valor para dedicar algunos minutos de estos días de duelo al silencio y la oración. A veces nos asusta quedarnos a solas con nosotros mismos y con nuestros pensamientos, porque no queremos mirar cara a cara nuestro dolor. Ciertamente, no es una experiencia placentera; pero sí que es algo necesario. Los cristianos sabemos, que el dolor puede convertirse en plegaria, en gratitud y en alabanza. El ejemplo supremo es el de Cristo. Abrazando con Jesús tu dolor podrás hacer un camino semejante al Suyo.
Aunque eso exige una condición: que pidas al Espíritu Santo que te guíe. Él, y sólo Él, es el verdadero Maestro de la vida interior. Jesús lo llama el Consolador. Al entrar en el silencio, invoca el don del Espíritu Santo, y deja que Él te vaya conduciendo suavemente hacia la claridad de la esperanza.
(Mientras cantas e invocas al Espíritu Santo puedes encender una vela).
Ven Espíritu de Dios. Pon tu paz en todas mis guerras.
Ven, seréname, Señor. Transforma mi vida entera.
Ven, Espíritu de Dios. Pon tu calma en todas mis tormentas.
Ven, seréname, Señor. Toma mi vida entera.
Ven, Espíritu de Dios. Pon tu luz en todas mis sendas.
Ven, seréname, Señor. Renueva mi vida entera.
Ven, seréname. Dame tu paz.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 23,35-43
En aquel tiempo, las autoridades y el pueblo hacían muecas a Jesús, diciendo:
-A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: -¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.
Pero el otro lo increpaba: -¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada. Y decía: -Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Jesús le respondió: -Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.
MEDITACIÓN CON UNA FOTOGRAFÍA
CANTO
Nueva semilla en el mundo,
hijo donado a la tierra,
yo tu silencio acogeré.
En lo que vive y que muere
siempre tu rostro aparece:
tú eres mi Dios y mi Señor.
Y yo sé que mi muerte desafías,
y yo sé que mi noche tú iluminas.
Esperando el día en que vendrás
contigo estoy.
Trigo que sacia el alma
en los inviernos sin calma
es este pan que tú nos das.
Surco de cielo profundo
en cada noche del mundo
es este vino que tú nos das.
Tú eres rey de infinita inmensidad
y eres tú el futuro que vendrá,
el respiro que vida a todo da
y estás aquí. Contigo estoy.
GESTO: Escribir una carta.
Al terminar coloca la carta a los pies de la Cruz y pídele a Jesús que se acuerde de tu ser querido, de tu familia y de ti…que cada día con más plenitud experimentéis la paz de su Reino. Mientras colocas la carta puedes cantar…
CANTO
El Señor te bendiga y te guarde. Te muestre su rostro y tenga piedad de ti. Te dirija su mirada y te dé la paz.
ORACIÓN
Te encomendamos, Señor, a nuestros hermanos difuntos, a quienes, en esta vida mortal, rodeaste de tu amor infinito; concédeles ahora que, libres de todos los males, participen en el descanso eterno. Y, ya que este primer mundo acabó para ellos, admítelos en tu paraíso donde no hay ni llanto ni luto ni dolor, sino paz y alegría eternas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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