En el evangelio de hoy vemos cómo los discípulos necesitan descansar en el Maestro tras volver de la misión. El Señor los envía y el Señor los conforta.
De igual manera, nosotros necesitamos acudir al Manantial permanente del que surtirnos de la esperanza y alegría para seguir con nuestro trabajo, para continuar el camino de discípulos de Jesús.
El Señor, ante la demanda de las gentes, abandona su descanso. La realidad se impone y opta por derramar su amorosa disponibilidad en los demás.
Enséñanos, Señor, a administrar los tiempos de actividad y descanso, de misión y de oración; enséñanos a vivir desde Ti para los demás.
Leonor Gómez
Segovia
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