En el Evangelio de hoy el Señor nos llama con gran claridad a la humildad, autocrítica y conversión. A percatarnos de nuestras grandes limitaciones y pecados y a corregirlos, antes de que critiquemos a los que están junto a nosotros.
Y cuando realmente tengamos el corazón limpio, veremos que el bien abunda en los que nos rodean, aunque estemos cansados de oír de tanto mal en el mundo.
Al llenar nuestro corazón de este bien, nuestra boca así lo hablará y podremos extender el Reino de Dios, ya presente entre nosotros.
Miriam Corral
Ávila
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