top of page

Domingo VII del T.O., 23 de febrero

Foto del escritor: Esclavas CarmelitasEsclavas Carmelitas

Hoy el Evangelio nos plantea un desafío que es difícil de comprender con la lógica humana, pero que es la clave esencial para poder vivir como auténticos discípulos de Jesús. Él nos llama a un amor que no tiene fronteras, un amor que no se limita a aquellos que nos aman, sino que se extiende incluso a nuestros enemigos. Nos pide que hagamos el bien a aquellos que nos odian, que bendigamos a quienes nos maldicen, que oremos por aquellos que nos calumnian.


Si amamos solo a los que nos aman, ¿qué mérito tenemos? Los pecadores también hacen lo mismo. Pero, si amamos a nuestros enemigos, si perdonamos sin esperar nada a cambio, si actuamos con misericordia, entonces reflejamos el amor incondicional de Dios. En un mundo donde la competencia, el egoísmo y la venganza parecen dominar, ser cristianos significa vivir de una manera diferente. Jesús nos llama a vivir con una generosidad radical, que no conoce límites, y a tratar a los demás con el mismo amor que Él nos ha mostrado primero.


Esta enseñanza de Jesús no es un ideal romántico ni una utopía. Es un mandato claro y directo, que nos exhorta a ser como Él: misericordiosos, generosos, y sin reservas en nuestra capacidad de perdonar y amar. En una sociedad que premia el "ojo por ojo" y el "diente por diente", este mensaje es marginal y poco atrayente. Pero Jesús, al hablarnos de esta forma, no nos está pidiendo lo imposible. Más bien, nos está invitando a poner nuestra confianza en la gracia de Dios, que es capaz de transformar nuestros corazones y darnos la fuerza para vivir de acuerdo a su voluntad, brindando una caridad que se preocupa por el bienestar del otro, incluso cuando ese otro nos ha dañado el corazón, un amor que no guarda rencor ni busca venganza, un amor que presta sin intención de cobrar, que da sin esperar, que perdona sin condición.


Que el Señor nos dé la gracia de vivir En este y DE este amor radical. No hay radicalidad buena sino la del Amor. Empeñémonos en ser verdaderos testigos del Reino de Cristo, aquí y ahora, a la fiel espera de un día poder compartir con Él la gloria del banquete celestial.


Maria Cristina Fatou


 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Domingo I de Cuaresma, 9 de marzo

"El Espíritu lo fue llevando" Durante todo los 40 dias El, el Espíritu Santo lo fue llevando y estaba en el desierto Es cuando realmente...

Comments


bottom of page