“ESTAMOS CONVENCIDOS DE QUE EL ES EL SALVADOR DEL MUNDO”. Esta es la proclamación de un pueblo que conoció a Jesús, escuchó sus palabras y vio sus obras.
Por medio de una mujer sedienta, Cristo sació la sed de un pueblo. Su testimonio les hizo salir de sí mismos y convertir su corazón al Único Dios. Ella, una mujer samaritana, encontró y pidió el “Agua Viva” que Jesús le ofrecía (su Espíritu Santo), haciendo que se olvidara del pequeño cántaro que había llevado, para derramar en su gente ese manantial vivo que brotaba ya dentro de ella.
Cristo, sediento de tu maro, se acerca también hoy a ti, se sienta en el brocal de “tu pozo”, donde vas a saciar cada día tu sed, y te invita a beber del agua viva, que es Él mismo.
“Tengo sed de ti. Tengo sed de amarte y de tú me ames. Llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Tengo sed de ti. Nunca dudes de mi misericordia. Tengo sed de ti... Ven a mí con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo... ábreme, porque TENGO SED DE TI”, (Sta. Madre Teresa de Calcuta)
Señor, que tenga yo siempre esta sed de encontrarte, de verte y de entregarme a mis hermanos. Así, mi adoración al Padre será verdaderamente en espíritu y en verdad. Tu sed y la mía se cruzan, Señor, como los dos madreros, mostrando el Manantial Inagotable de tu Amor.
Hna. Mª Cristina, Andújar
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