Así es. Lo más importante de esta vida no es lo material, la riqueza física, sino lo grandiosa que sea nuestra alma y nuestro corazón.
Así y sólo así, cuando lleguemos al cielo ante el Padre, Él se alegrará con nosotros porque la codicia no haya formado parte de nuestra existencia en la tierra.
Dios no nos querrá más y mejor cuantas más posesiones materiales tengamos. Él nos ama por cómo somos y lo que en nuestro interior habita y compartimos y damos a los demás.
Ylenia, Cuenca