¿CÓMO VIVIMOS LA CONFIANZA EN LA PROVIDENCIA?
La providencia es el “Cuidado que Dios tiene de la creación y de sus criaturas”.
Realmente es un fiarte de Dios, un ponerte en sus manos y saber que, como dice una canción: “si Dios cuida de ti nada te puede faltar”. Esto es fácil decirlo, no es tan fácil hacerlo vida, aunque Dios, una y otra vez, con sus pequeñas acciones providentes es como si me dijera: “¿lo ves? ¿Ves que puedo hacerlo? ¿Te lo crees? ¿Te vas a fiar de mí de una vez?” …
El término providencia va mucho más allá, es más amplio, no sólo abarca a lo material sino la vida misma. Esto ha ido creciendo en mí, aunque sé que aún me falta mucho.
Una vez, al poco de entrar al convento una señora fue a darme dinero para mi comunidad. Me costaba cogerlo porque pensaba que yo tenía de todo y, sin embargo, sabía que había personas más necesitadas que yo y lo rechacé. Ante esta experiencia, el Señor me habló con claridad, y me recordó que estaba utilizando a esta mujer en mi vida para hacerme más humilde, y quizá a ella para acrecentar su caridad. Me recordó que era su providencia en mi vida, que Él es providente en pequeños detalles como un donativo, en pequeños gestos de cariño de alguna persona, en alguna palabra que te dice alguien sin saber el efecto que en ti puede tener, en un destino por doloroso que pueda ser vivir el cambio de lugar, en una persona que te encuentras de repente y comparte contigo su vida…etc.
Dios es grande y cuida de nosotros hasta en los mínimos detalles, por ejemplo, recuerdo cuando me iba a ir a los Ejercicios Espirituales con los jóvenes, entre lo que había que comprar estaba el pan y, apareció un señor que nos ofrecía un montón de “Chapatas” recién hechas y… ¡ya no hubo que comprar!. Dios, no es sólo Providente, sino sorprendente y lleno de detalles que no siempre somos capaces de ver, descubrir, de leer desde esta clave.
Dios es tan providente que, incluso a veces, te “chafa” un plan, y luego te das cuenta de que te libra de algún peligro, y es porque tiene algo mucho mejor, aunque en ese momento te cueste reconocerlo e incluso aceptarlo. Siempre nos cuida y nos viene a decir que quizá no era el momento y que, de alguna manera, hay que ser agradecidos e intentar confiar más en Él.
Hna. Mª del Pilar, ecsf.