Monición: Juan de la Cruz, preso en la cárcel de Toledo, solo, incomunicado, se vuelve hacia Dios, el principio en donde él saca fuerzas. En la oscuridad de aquella cárcel que sólo tiene un pequeño ventanuco, él encuentra una luz interior, una luz que nace del misterio de Dios encarnado, el Dios que se ha hecho hermano nuestro para hacerse presente en nuestro corazón, para ser principio de vida en cada uno de nosotros. Y le canta así:
Ya que era llegado el tiempo
en que de nacer había,
así como desposado
de su tálamo salía
abrazado con su esposa,
que en sus brazos la traía,
al cual la graciosa Madre
en un pesebre ponía,
entre unos animales
que a la sazón allí había.
Los hombres decían cantares,
los ángeles melodía,
festejando el desposorio
que entre tales dos había.
Pero Dios en el pesebre
allí lloraba y gemía,
que eran joyas que la esposa
al desposorio traía.
Y la Madre estaba en pasmo
de que tal trueque veía:
el llanto del hombre en Dios,
y en el hombre la alegría,
lo cual del uno y del otro
tan ajeno ser solía.
SILENCIO
Monición: En el año 1940 los soldados alemanes lo hicieron prisionero y le trasladaron al campo de concentración Stalag. Al cabo de unos meses fue liberado y volvió a su puesto de profesor. Sartre tuvo que pasar la navidad de ese año encarcelado junto a algunos sacerdotes y demás prisioneros. Fue durante su estancia en el campo cuando escribió Barioná, el hijo del trueno. Pero ¿cómo es posible que estos párrafos los haya escrito Sartre, ateo comunista convencido?
“Este Dios es mi niño. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mí. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mí. Es Dios y se parece a mí... Y ninguna mujer, jamás, ha disfrutado así de su Dios, para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede estrechar entre los brazos y cubrir de besos. Un Dios calentito que sonríe y que respira, un Dios al que se puede tocar; y que vive. “¿Hay algo más conmovedor para el corazón de un hombre que el comienzo de un mundo, que la incipiente juventud, que el comienzo de un amor...? En este establo se levanta una nueva mañana... En este establo ya ha amanecido... Millones de años después de la creación, en este establo, se levanta, con la tenue claridad de un pábilo, la primera mañana del mundo”.
SILENCIO
De la Primera Carta de S. Juan (1 Jn 1, 1-4)
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida ‑ pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba vuelta hacia el Padre y que se nos manifestó ‑, lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.
Monición: Todos pasamos dificultades en que parecen apagarse las luces de nuestro alrededor. O nos sentimos encarcelados, esclavos de situaciones que no elegimos o de sentimientos que no podemos evitar. A lo mejor algo fuera en nuestra vida está oprimiendo nuestras esperanzas e ilusiones. En cualquier caso, la Palabra se ha hecho carne también para nosotros. En cualquier caso, desde cualquier oscuridad o prisión, nosotros estamos también llamados a adorar a Aquél que nos ha nacido, a escribir, desde el dolor, nuestra esperanza de ser salvados completamente y desde la raíz por el Niño de Belén.