Al final de este primer día de Capítulo os dejamos algunos extractos del saludo inicial de la Madre, que ha sido especialmente emocionante:
"Tenemos que preguntarnos estos días, ¿es Dios el motor de mi vida?, ¿sigue siendo Él quien sostiene toda mi existencia? Y la respuesta ha de ser nuestra voluntad firme de ser siempre buscadoras de Dios, como la esposa del Cantar de los Cantares. Esa búsqueda de Dios que expresa la dimensión contemplativa de nuestra vida y de nuestra misión, y es testimonio del sentido trascendente de la vida, de un estilo de vida en el que Dios ocupe la centralidad de nuestro corazón, de nuestros afectos, y nos permita vivir con gozo, con alegría, con ilusión y esperanza.
Con la mirada fija en Cristo y el corazón abierto al soplo de su espíritu vamos a revisar en estos días aspectos esenciales de nuestra vida: nuestra vivencia de los Consejos Evangélicos, nuestro ser de contemplativas en la acción, la vida fraterna, nuestra acción evangelizadora. Pidamos luz al Señor, que nos abra el corazón para reconocer lo que no se ajusta a su querer, humildad para asumirlo, docilidad para comprender por dónde quiere que caminemos, y coraje para cambiar y desprendernos de lo que sea necesario para seguir su senda, para configurarnos plenamente con Él. [...]
Vamos a vivir el Capítulo en Nazaret. Pidamos al Espíritu que nos ayude a vivir en la sencillez, la humildad, la alegría, disponibilidad, amor y cordialidad que se vivían allí. Que estas actitudes de María y de José vayan calando en nuestro corazón de forma especial en estos días, en los trabajos de grupo, en el estudio y votación de las propuestas. Que ellos nos ayuden a dejar a un lado nuestros intereses personales para buscar solo y sobre todo a Dios, su gloria y su servicio."
Durante las sesiones de hoy hemos renovado nuestra opción por buscar sólo y sobre todo a Dios, centro único y fundamento de nuestra vida consagrada. Esta búsqueda de Dios se concreta en la vivencia fiel de los consejos evangélicos. La aventura de amar, de ser libremente obediente y de vivir con lo necesario adquieren sentido tras las huellas de Jesucristo. Seguid rezando por nosotras para que no perdamos nunca de vista la meta: Dios amado sobre todas las cosas y con toda el alma.
